Estimada amiga:
Hay una tribu, en África -lamentablemente no recuerdo el nombre-, en la que cuando un niño nace el pueblo se reúne para inventarle una canción que lo identifique.
Luego hacen una fiesta y le cantan esa canción al niño, como si fuera su nombre, como un "relato cantado" de su destino.
Si en algún momento de la vida, el individuo se enferma, se entristece o pierde sus fuerzas, el pueblo se reúne y le canta su canción. Aún si comete un crimen, en lugar de castigarlo, el pueblo se reúne y le canta su canción.
Para curarlo.
Para "restaurar la esperanza".
Para retornarlo a su destino de luz y prosperidad, al destino de amor y respeto que todo ser humano merece.
En este mensaje quiero que sepas que mi corazón querría conocer la canción que te pertenece. Y cantarla a viva voz.
Para que desde este año que se inicia, tu vida brille con toda su luz, alumbrando a quienes te rodean, y logre su cometido.
No nos hemos visto. No nos hemos abrazado. Pero sé que estás ahí, intentando, buscando la verdad, como yo.
Y eso, sólo eso (que no es poco) me hermana contigo para siempre.
Gustavo Lassús , Director del DIARIO DEL COMERCIO
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