sábado, 8 de marzo de 2008

Simone siempre Simone

“Una tarde, estaba ayudando a mamá a lavar platos; ella los lavaba y yo los secaba; por la ventana, veía la pared del cuartel de bomberos y otras cocinas donde otras mujeres frotaban cacerolas o pelaban verduras. Cada día, el almuerzo, la comida; cada día lavar platos; esas horas infinitamente repetidas que no llevan a ninguna parte: ¿viviría yo así? (…) No, me dije mientras ordenaba en la alacena una pila de platos, mi vida conducirá a alguna parte. Felizmente no estaba condenada a un destino de ama de casa. Mi padre no era feminista; admiraba la sabiduría de las novelas de Colette Yver donde la abogada, la doctora, terminan por sacrificar su carrera a la armonía del hogar; pero la necesidad hace ley: “vosotras hijitas, no os casareis –repetía a menudo-. No tenéis dote, tendréis que trabajar”. Yo prefería infinitamente la perspectiva de un oficio a la del matrimonio; permitía esperanzas. Había mucha gente que había hecho cosas: yo también quería”.
Memorias de una joven formal Simone de Beauvoir

No hay comentarios: