sábado, 29 de diciembre de 2007

Adelantá el reloj que este íspa atrasa!(Lo escucho la oreja omnímoda)



Cambiar algo para que nada cambie.Cambiemos la hora!



La semana próxima, después de que en la Argentina se adelanten una hora los relojes,aumentarán los problemas de concentración y los trastornos de sueño, una de cuyas consecuencias puede ser una mayor frecuencia de accidentes de tránsito.

¿Es posible que un cambio horario aparentemente “despreciable” de apenas una hora tenga tales efectos sobre nuestro organismo?

Según aseguran los científicos que estudian estos temas, la respuesta es... sí.

“En realidad, lo que estamos cambiando por decreto es la hora del reloj despertador, no la salida ni la puesta del sol –explica el doctor Diego Golombek, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador del Conicet-, y eso hace que cambie la relación entre nuestro reloj biológico y la naturaleza."

Según el investigador, hay pruebas de que un adelanto o un retraso de sólo una hora en los relojes puede afectarnos durante bastante tiempo más, unos cinco días.

"Un trabajo recientemente publicado en Current Biology y realizado en Alemania, donde es habitual adelantar la hora en verano, mostró que se registran efectos notorios. La mayoría de los consultados tenía trastornos del sueño durante unos cinco días -cuenta Golombek-. Otra investigación que se hizo en Canadá hace alrededor de una década demostró que la semana posterior al cambio horario aumentan significativamente los accidentes de tránsito."

Se sabe desde hace mucho que la luz solar actúa como un sincronizador biológico que ajusta la periodicidad del reloj circadiano de los seres vivientes en 24 horas.

"Una importante propiedad de los ritmos circadianos es su plasticidad ante la presencia del sincronizador externo o zeitgeber («dador de tiempo», en alemán), entre los cuales el más poderoso, tanto para los animales como para las plantas, es la luz ambiental", dice el doctor Daniel Cardinali, profesor titular de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA e investigador superior del Conicet. "Por ejemplo, un pulso de luz de intensidad mínima durante la primera parte de la noche, cuando cae la temperatura corporal, hará que la somnolencia comience más tarde. Es lo que les ocurre a los adolescentes durante los fines de semana: comienzan sus actividades en horas en las que fisiológicamente están preparados para dormir y se acuestan con la luz de la mañana, y de ese modo provocan un retraso de fase voluntario con consecuencias en el día lunes. Si el pulso de luz se da en la segunda parte de la noche, cuando la temperatura corporal comienza a aumentar, se producirá un adelanto de fase [la somnolencia comienza más temprano]."

El principal reloj biológico de los mamíferos es el núcleo supraquiasmático, un grupo de algunos miles de neuronas ubicadas en dos estructuras bien diferenciadas del hipotálamo.

La luz sincroniza este mecanismo de relojería que gobierna muchos procesos de nuestro organismo. Sin embargo, la modificación abrupta del ciclo no se produce sin consecuencias.
Un desorden clásico originado en el cambio repentino de husos horarios es el jet lag, ese desajuste entre el reloj interno de una persona y el nuevo horario que se establece tras viajar largas distancias en avión y que puede provocar fatiga,
cansancio general, trastornos gastrointestinales, confusión,
falta de memoria, apatía...
Fuente :Diario La Nación
Nora Bar

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