sábado, 29 de diciembre de 2007

La dicha nunca tiene hogar; es vagabunda.





La dicha nunca tiene hogar; es vagabunda. La felicidad tiene un hogar, también la infelicidad, pero no la dicha. Es como una nube blanca sin raíces en ninguna parte.

En cuanto establecéis raíces, la dicha desaparece y empezáis a aferra­ros a la tierra. El hogar significa seguridad, comodidad, conveniencia. Y al final, si todas estas cosas quedan reducidas solo a una, el hogar sig­nifica muerte. Cuanto más vivos estáis, más sin hogar os encontráis.

Ese es el sentido básico de ser un buscador: significa vivir en peligro, vivir en la inseguridad, vivir sin saber qué vendrá a continuación. Significa estar siempre disponible y siempre abierto a la sorpresa. Si se os puede sorprender, estáis vivos. Por eso un niño se encuentra más vivo que un anciano. Al anciano no se lo puede sorprender. Ha perdido la capacidad de asombro, y debido a eso también ha perdido la vida.

Asombrarse y vagar vienen de la misma raíz. Una mente fija se vuelve incapaz de asombrarse porque ya ha perdido la capacidad de vagar. Así que si sois vagabundos, como una nube, cada momento os aportará sor­presas infinitas.

Permaneced sin hogar. Eso no significa no vivir en una casa. Simple­mente que nunca os apeguéis a las cosas. Aunque viváis en un palacio, no os apeguéis a eso. Si llega el momento de irse, os vais... sin mirar atrás. Nada os retiene. Utilizáis todo, disfrutáis todo, pero seguís siendo el maestro
UNION GLOBAL DE LUZ Centro de Educación para el Crecimiento, Transformación, Desarrollo e Integración Global del Ser Humano

No hay comentarios: