martes, 3 de febrero de 2009

Diarios de Adán y Eva /Mark Twain III

Hoy todo parece mejor que ayer. 
Ayer, en el apuro por terminar, las
montañas quedaron todas desiguales,
y algunas de las planicies estaban 
tan tapadas de residuos y 
de basura que su aspecto era desastroso. 
Obras de arte tan nobles y hermosos
no deberían estar sujetas a la prisa; 
y este mundo nuevo y majestuoso 
es en realidad la obra más noble y hermosa. 
Y, por cierto, maravillosamente cercana a la perfección, 
a pesar del poco tiempo.
Hay demasiadas estrellas 
en algunos lugares y no las suficientes en otros,
pero eso puede ser remediado enseguida, 
sin duda. La luna se desató anoche, y se deslizó
y cayó fuera del sistema: es una pérdida muy importante. 
Me rompe el corazón pensar en ella.
No hay ninguna otra cosa entre los ornamentos y 
la decoración que se le compare en belleza y terminación. 
Debería haber estado mejor amarrada. Si
sólo pudiésemos recuperarla de nuevo...
Pero, por supuesto, no hay indicios de adonde fue. 
Y además, quien la encuentre la esconderá; 
lo sé porque eso es lo que yo haría.
Creo que puedo ser honesta en otros asuntos,
pero ya empiezo a darme cuenta de que la esencia y 
el centro de mi naturaleza está en el amor hacia lo bello, 
en la pasión por la bello,
y que no sería seguro confiarme 
una luna que perteneciese a otra persona y 
que esa persona no supiese que yo la tengo. 
Podría renunciar a una luna que encontrase 
durante el día por temor a que alguien estuviese mirando; 
pero, si la encontrase en la oscuridad, 
estoy segura de que buscaría alguna clase de excusa 
para no decir nada acerca de ella. 
Porque yo amo a las lunas, son tan bonitas y tan románticas.

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