viernes, 12 de febrero de 2010

La Grieta

Rara sensación.Insólita.Cruzar la Plaza de Los dos Congresos.Su mirada seguía el cauteloso deambular de las palomas después de la lluvia.
Lo imaginó mirándola. Mientras , ella , caminaba despacio.
Algo habpia sucedido.No podía precisar qué.Asoció inmediatamente la siatuación ocurrida dentro de la casa.Tal vez había encontrado una pequeña grieta.Recordó la sorpresa del novio de Beatriz Bitervo ante la cosmovisión del Aleph.
Pero ¿Dónde se había abierto la grieta? ¿Dentro de la casa ? ¿Dentro sí misma?
Sin tener clara conciencia supo que había comenzado a transitar un sendero que la hacía diferente de la que había ingresado en la casa a las 10 am con medialunas en la mochila. La que había subido la vieja escalera de mármol con paso entusiasta, llena de preguntas, sin presagiar ese submundo onírico y a la vez terrenal, crudo y perverso.Se mezclaron coordenadas espacio-tiempo.
El hablaba,, cuestionaba, seducía, reía, miraba.
Sentados frente a frente.Un escritorio macizo y oscuro la resguardaba.No supo en que momento fue ni por qué.
Como en un cuento de ciencia ficción él se transformó en quién formulaba las preguntas.Escrutó sus gestos , su mirada.
Ella lo dejó hacer.
Cómo un alquimista combinó palabras que dieron un exacto y primer resultado.
Ella se descubrió los ojos llenos de lágrimas.
El siguió atacando como otrora lo hiciera en un ring de boxeo.Ahora pegaba con palabras y sonrisas.
Al llegar a Callao y Corientes buscó un bar.Entró y se sentó.Pidió un cortado.Necesitaba una tregua consigo misma.Encendió un cigarrillo más.Sacó su notebook.Comenzó a escribir palabras sueltas.Apenas si podía.Descubrió un deseo impúdico, urgente que se escurría por su cuerpo. Necesitaba que se hicieran las dieciséis.Su cuerpo marcaba, concupiscente, las dieciséis aunque fuesen las trece treinta.
Otro cigarrillo.La grieta ardía. Como un nigromante,él, abrió su alma.Como un hombre, su escote.
El la había desafiado.Ella se preguntaba si no hubiese sido mejor sólo dejar fluir el deseo que provocaban las manos de él mientras investigaban su cuerpo y un manojo de ternura , al pie de la vieja escalera de mármol?
Era tarde. Ya no era la misma.Llevaba dentro de si una grieta que él había descubierto.Era el Mago, un arcano del Tarot Egipcio? No. Era un hombre.Sólo un hombre perverso.

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